miércoles, 27 de febrero de 2013

¡Bienvenidos al ciclo escolar 2013!


Compartimos  las palabras  que nos leyó, la Sra. directora Hilda Lorenzo


Buenos días alumnos, padres y docentes. Hoy iniciamos un ciclo lectivo muy felices y en realidad son varios los motivos.
El más importante para nosotros es que todas trabajamos de lo que nos gusta y más que un trabajo es una bendición. Otra la alegría de ver que "la escuela Rompehielos" hoy tiene cubiertas las vacantes en todos los grados.
Y por último pero no menos importante es ver a los padres que apoyan la "Educación Pública". 
Estos padres que algunos forman parte de la Asociación Cooperadora,  con el esfuerzo de todos,  en los últimos días de diciembre, compraron nueve aires acondicionados para los siete grados y las salas de jardín.
Ahora nos resta un esfuerzo más, lograr tener trifásica  en toda la escuela para poder instalarlos.
Todo se logró con el apoyo y la contribución de Ustedes.

Bueno, como todos los años, les voy a leer un cuento que espero les guste y nos haga reflexionar...


El bastón


    La ciudad había sido devastada, era tierra de nadie. Grupos de mendigos andaban por las calles. En las plazas se concentraban aquellos  que  con llagas en el cuerpo y costras en la piel, no podían andar.
  El miedo y la inseguridad hacían  que algunos permanecieran detrás de las puertas de sus viviendas. Rodeando la ciudad, había inmensos y fértiles campos sin arar, sin cosecha alguna.
  El príncipe, hijo de esta tierra, había llegado hasta las puertas de la ciudad y contemplaba el panorama desolador de lo que había sido antes, un pueblo entre los primeros de la comarca.
  Angustiado y sin saber qué hacer, tomó su caballo hacia el lugar donde vivía Merlín, el mago, el hechicero...llegó hasta la vivienda y abrió la puerta. Todo estaba en penumbras. Se dirigió hacia el anciano que se hallaba recostado sobre su cama.
-Oh! ¡Gran Merlín! necesito de tu magia y tus hechizos para poder reconstruir a mi pueblo que ha perdido todo: la voluntad, el deseo, los valores y el esfuerzo; y está sumergido en una onda crisis.
  Merlín, se inclinó hasta sentarse y le indicó que eligiera uno de los bastones que estaba apoyado sobre la pared  de adobe.
   Con voz grave y firme, dijo:-Príncipe, si sabes elegir bien, sólo uno de estos bastones te permitirá reconstruir a tu pueblo y conducirlo a su bienestar.
El príncipe se abalanzó, tomó un bastón en sus manos y con su rostro radiante, se lo mostró al anciano.
-¿Es éste?
-Lee lo que está escrito en él.
-Salud.
¿Tú crees que con salud le darás bienestar a tu pueblo? Tal vez, solo curarás las llagas y las heridas de aquellos que yacen en las plazas.
    El  príncipe giró sobre sus talones, lo dejó en su lugar y tomó otro, ilusionado. En él se leía : "Justicia".
-¿Tú crees que tan sólo con ser justo es suficiente? -dijo Merlín.
-A lo sumo lograrás que dos o tres ladrones estén en la cárcel y que  algunas de las personas dejen de estar parapetados detrás de las puertas de sus viviendas.
   El príncipe, con el rostro desencajado, parado frente a los bastones, dirigió su mirada a Merlín esperando  una señal. Merlín se acercó, tomó un bastón, lo puso entre sus manos y le dijo:
-Lee detenidamente.
-Educación.
-Si educas a tu pueblo, ellos no necesitarán mendigar por las calles. No verás más tus campos yermos porque estarán ya cosechando su sustento. Tendrás médicos que podrán curar las enfermedades de tu gente.
   Los educarás en ser justos; en saber diferenciar entre  el bien y el mal; en saber lograr las cosas con esfuerzo y con el trabajo cotidiano. Los harás fuertes para resistir los infortunios y las calamidades; les inculcarás una escala de valores primordiales y universales.
Seguramente habrá menos ladrones y corruptos. Y aquellos  que así lo fueran, serán señalados por el resto de la gente y no acompañados con la mirada cómplice como hasta ahora...
   Lleva siempre este bastón contigo y verás que con el tiempo tu pueblo resurgirá de las cenizas. Sin embargo, recuerda que...Un pueblo que recibe educación, se convierte en un pueblo soberano...
                            AUTOR: Hilda Alicia Lorenzo