El primer paso lectura de cuentos... de Arthur Conan Doyle: "Las cinco semillas de naranja"; "Un caso de identidad"; " "La aventura del cliente ilustre";
de Edgar Allan Poe: "El gato negro"; "El barril de amontillado"; "El escarabajo de oro", "La carta robada".
Jorge Luis Borges: "Emma Zunz".
A partir de estas lecturas... realizaron diversas escrituras intermedias... hoy compartimos dos renarraciones de "El gato negro" desde otra perspectiva...
TE INVITO A DESCUBRIR ¿QUIÉN ESCRIBE EN CADA CASO?
El gato negro, negro.
Desde que me
mudé a mi nuevo vecindario, no dejé de notar una particularidad en mi vecino de
la casa de enfrente. Era un hombre con aspecto muy dócil y culto que tenía una
gran atracción hacia los animales.
Al conocerlo,
me pareció una persona muy agradable y pude notar el trato especial que tenía con
su gato negro, al que llamaba Plutón.
Sin embargo,
con el paso del tiempo, me di cuenta que el hombre había caído en un estado de
ebriedad y, en varias ocasiones, se lo vio tratando con violencia a su mujer y
a muchos de sus animales. Pero nunca lo hallé maltratando a su gato.
Eso fue
hasta que una noche escuché un maullido asombrosamente fuerte que provenía de
su casa. Al día siguiente observé que el gato negro por el que mi vecino tenía
un gran cariño, ya no poseía un ojo.
Pude darme
cuenta que el causante de este hecho fue su propio dueño; ya que desde ese momento
cada vez que el hombre se acercaba al pobre animal, este último lo esquivaba y el hombre era avergonzado por el felino,
ya que le demostraba desprecio.
Un día, me
acerqué a su casa a preguntarle algunas cuestiones que me habían pedido que
sugiera en el barrio. Por dentro, suplicaba que me atendiera su mujer ya que no
quería cruzarme al autor de tal atrocidad. Mis súplicas se escucharon porque así
fue, amablemente su señora me hizo pasar
y le manifesté las diferentes cuestiones vecinales; luego me retiré.
Pero, al
irme de la casa, me asomé al jardín y vi una situación que me causó pánico y
mucho horror: el hombre estaba ahorcando a su propio gato.
Al ver eso,
esperé a que se vaya y me dispuse a recoger al gato. Sentí una gran lástima por
el pobre animal y ésta, me llevó a provocar, una noche, un incendio en la casa
de aquel monstruo que había asesinado a su mascota. El hombre no murió en el
incendio. Él y su mujer lograron sobrevivir a las llamas. Con respecto a la
casa, excepto una, todas las paredes se habían derrumbado. Entonces, para
dejarle en claro que no era el único que estaba consciente de que él había realizado
tal terrorífico asesinato, pinté al mismo animal tal como lo había visto yo en
aquella situación: ahorcado, pobre, lleno de sangre y en manos de un loco alcohólico.
Después de
esa noche, dediqué mi tiempo absolutamente para seguirlo. Me aseguré de
encontrar a un gato idéntico a Plutón, sólo que éste tenía una mancha blanca en
el pecho. Lo dejé en manos del hombre para que se lo lleve sabiendo que le
produciría nostalgia y remordimiento por las acciones realizadas. Mi intención
era que mediante ésta reacción se entregara a la policía y al público para que
todos sepan quién era él verdaderamente.
Sin embargo,
nunca pensé que la que se encariñaría con el nuevo animal sería la mujer , pobre
mujer. Tuvo que convivir con un ser vivo semejante a una bestia y soportar sus
ataques de furia que terminaba siempre en escenas violentas contra los demás. Y
terminó siendo ella, la peor víctima de toda esta historia. Pues, una vez, que me
introduje en su casa para esconderme en una parte del sótano a donde se dirigían
a limpiar, de acuerdo a lo que habían planeado cuando yo estaba arreglando las
plantas del jardín, y contemplé la peor maldad que pudo existir. Peor que la
que había presenciado unos meses anteriores y que había marcado en mi corazón y
en mi vida. El hombre bajaba las escaleras para remodelar la bóveda y, a causa
del gato, tropieza y se lastima la cabeza. Entonces, lleno de furia y una
maniática locura, agarra un hacha y trata de matar al animal, intento que
fracasa ya que su señora lo detiene, por
lo que él libera su brazo del obstáculo que lo estorbaba y le hunde a ella el
hacha en el cráneo. La mujer cayó muerta instantáneamente sin exhalar si quiera
un gemido.
Una mezcla
de odio y terror recorrió mi sangre. Ahora,
lo único que quería era ver a esa persona tras las sucias y horribles
rejas de la cárcel. Entonces, se me ocurrió un plan que logró, por fin, el
único objetivo que buscaba. Sabía que él escondería el cuerpo en un lugar
demasiado ingenioso que nadie pudiera encontrar pero que no sería en un espacio
exterior porque así, llamaría mucho la atención. Entonces me aseguré de que se
dé cuenta de que existía el lugar que el necesitaba y cuando se retiró, procuré
hacer parecer que estaba perfectamente escondido pero que dando un golpe
tranquilamente se podría descubrir. Decidí también meter al animal cuya astucia
lo llevó al asesinato junto al cadáver de su esposa para que así reaccione ante
los dos crímenes que realizó. Dejar pasar un tiempo para no parecer muy
evidente me sirvió de mucho. Luego llamé a la policía. Ésta, al llegar a la
casa con motivo de investigación, estuvo a punto de abandonar el lugar sin
haber descubierto nada, pero el asesino cual un pobre tonto, golpeó la pared en
la en la que estaban escondidas las dos víctimas de sus ataques y ésta se cayó.
Ahora por
fin había caído en el encierro, tras las rejas… el hombre más repugnante que pude conocer en mi vida.
Nunca podré
explicar la felicidad que tuve al ver la cara de pánico del hombre cuando vio a
ambos cadáveres que le arruinaron la existencia. (Luna Bunytow)
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El Gato Negro
Ese día había llegado, el día que nunca pensé que
llegaría, en donde uniría mi alma, cuerpo y corazón con la persona que más amo.
Lo nuestro fue tan inesperado que nuestras almas se encontraron sin buscarnos.
Fue una de las casualidades más hermosas de mi vida. Él era amable, cariñoso y
sensible. Tanta era su ternura y su bondad que a veces creía que era una
bendición del cielo.
Compartíamos nuestro amor por los animales; tanto
así que tuvimos muchos, pero su favorito era un gato negro llamado Plutón.
Sin embargo los momentos de felicidad empezarían a
desvanecerse dando comienzo a la desesperación.
Todo lo rosa pasaría a teñirse en un sombrío color
oscuro, donde se repetían situaciones de tristeza y odio. La dulzura se
tornaría en un sabor amargo; los sueños puros y frágiles como el cristal
comenzarían a quebrarse dejando marcas muy profundas, y el amor empezaría a
desaparecer.
Mi esposo había caído en el infierno del alcohol,
dejando que el odio y la violencia se penetraran en su sangre; desatando su
demonio de ira y muerte en los seres que más amaba.
Me costaba creer que la persona que yo conocía, se
había convertido en un ser abominable.
Su perverso pecado consumía mi alma, y yo presa,
atada a un amor tan agrio pero por momentos tan dulce, terminaría matandonos a los dos. Lentamente, poco
a poco me estaba pudriendo; sin embargo estaba atrapada en su delirio sin poder
remediarlo.
La angustia se iba esparciendo, yo había perdido las
esperanzas cuando él decidió cometer tal atrocidad como la de asesinar a su
mejor amigo.
Un día la esperanza había vuelto de nuevo, cuando
trajo un nuevo minino a casa para reparar su error; después de todo no era su
culpa, había sido tentado por las voces del vicio.
Haciendo los quehaceres del hogar decidí ayudarlo
intentando volver a esos tiempos donde disfrutábamos todo lo que hacíamos
juntos. Mientras bajábamos al sótano el gato se entrelazó en sus piernas
haciéndolo tropezar.
Sus demonios habían despertado de nuevo, con un
hacha intentó darle al felino, podría haber sido mortal; sin embargo yo me
interpuse y terminó dándome a mí.
Cuando azotó ese golpe, una flor comenzó a abrirse
lentamente, derramando un color rojo escarlata por la fría escalera. Los
pétalos danzaban por los empinados escalones.
El rojo escarlata lentamente se desvanecía entre los
pecados de un prisionero encarcelado en el vicio de la bebida, y la flor
escondida dentro de las paredes del lugar donde todo se había convertido en una
pesadilla. (Natasha Chimosuk)
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